Apader busca voluntarios

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Apader es la asocación de padres y amigos de deficientes mentales de Régoa, en Cedeira. Fue fundada en el año 1978 y sus centros y servicios comenzaron a funcionar en 1982. Tras esta iniciativa, nacida para cubrir las necesidades de personas con discapacidad intelectual procedentes de la zona rural, está Gonzalo Latorre, que dirige el proyecto. Se trata de un madrileño que tienen un hermano con Síndrome de Down y que llegó a Cedeira acompañando a un grupo de niños de educación especial de la capital de España durante años. En estas fechas, optó por instalarse en Cedeira, abandonar la idea de macro centro con hasta 300 internos en Madrid y buscar una alternativa que ofreciese una atención más individualizada y no masificada, y atendiera también a la población desatendida del rural.

Uno de los retos que afronta ahora la entidad es incorporar voluntarios a este proyecto, figuras fundamentalmente para, sobre todo, acompañar a los usuarios de los centro de Apader en sus viajes y tiempos de ocio, que no son pocos. En la actualidad hay cinco voluntarios permanentes, pero faltan estos apoyos más puntuales.

Gonzalo Latorre explica que son muy frecuentes las salidas de los usuarios de Apader, pues acuden a competiciones deportivas, van de vacaciones y tienen múltiples actividades de ocio y el tiempo libre sobre todo los fines de semana. El único requisito para ser voluntario es acompañarlos, pues siempre van también trabajadores del centro.

“Lo que necesitan es compañía”, algo que los usuarios agradecen enormemente, porque se trata de conocer gente nueva. Los propios integrantes de Apader son voluntarios del Banco de Alimentos Rías Altas. Pero el voluntariado que busca Apader no está solo inmerso en este acompañamiento. Cualquier persona, seguramente, puede aportar algo.

Instalaciones y proyectos

Desde la puesta en marcha de Apader, los centros fueron evolucionando, pasando de centro educativo al actual centro residencial y ocupacional. La integración en esta villa fue “absolutamente fácil” y desde hace ya muchos años Apader es un colectivo sobradamente conocido e integrado en la vida diaria de Cedeira. Hoy atiende a 15 personas en la residencia, 25 participan en talleres ocupaciones y 8 están distribuidas en dos viviendas tuteladas. La mayor parte de los residentes están entre los 30 y 40 años, proceden del medio rural y de familias desestructuradas. Y en varios casos, el propio centro asume  la tutela de las personas que fueron incapacitadas por el juez.

La residencia está situada en la parroquia de Régoa, pero en el núcleo urbano están las viviendas tuteladas y dos de los talleres ocupaciones, los de encuadernación y carpintería y de serigrafía y rotulación. Este último, permite a los trabajadores recibir una gratificación por el trabajo.

La importancia de los talleres ocupacionales radica en el sentido de utilidad de los usuarios y también la visibilidad social de su trabajo. En esta linea, son responsables de la tienda y del control de entrada del Museo Mares de Cedeira, tarea con la que desarrollan su capacidad de expresión y desarrollo social. Y además, trabajan para la cesta bienvenida para bebés puesta en marcha por la Xunta de Galicia. Así, tienen hecho camisetas para los bebés y muselinas. Hay, también, clientes privados, además de los institucionales.

El trabajo de Apader consiste en acompañar a los usuarios en su crecimiento, evolución e integración, dice el director. Y tienen casos de grandes éxitos, como son dos jóvenes que están plenamente integrados laboralmente o una pareja que se conoció y hoy tienen una niña. “Es la integración social ideal, son pareja, tienen familia y un trabajo”.

La perspectiva de Gonzalo Latorre sobre la discapacidad intelectual es amplia, por su dedicación profesional y por ser hermano de una persona con Síndrome de Down.

¿Influyó su hermano en su profesión?

No es que influyera, es que determinó mi carrera profesional.

¿Qué le diría a los padres de un joven con discapacidad intelectual?

Fundamentalmente, les diría que tienen ante ellos una oportunidad de compartir una vida y de fomentar una vida plena y feliz, tanto para su hijo como para ellos. Va a implicar mucha constancia, pero también tendrá mucho apoyo. Y les pediría también que lo traten como cualquier otro niño.

¿Ha evolucionado la atención a las personas con esta discapacidad intelectual?

Se ha avanzado mucho pero aún queda mucho por hacer. Hubo modificaciones legales tremendas y ahora podemos hablar de discriminación positiva. Antes, hablábamos de caridad y después de justicia social. Hoy no se planteo un servicio que no contemple una mejora en la calidad de vida.

¿A qué se debe esa evolución?

Las asociaciones de padres motivaron la creación de centros, recursos e modificaciones legislativas.  Pensando en el futuro de los hijos cuando ellos mueran, se buscaron fórmulas creando residencias, para que los cuiden.

¿Llegan las plazas en residencias?

En residencias no llegan las plazas, pero si llegan en materia ocupacional y centros de día. Y ya vamos a por el siguiente paso. Ahora se está trabajando en residencias en las que pueden convivir padres e hijos. Son ideas europeas, nórdicas, pero muy caras.

¿Es muy caro hacer una residencia?

el problema no es crearlas, es mantenerlas. Son 365 días al año y 24 horas al día. Es necesario mucho personal.

¿Cómo se financia la asociación e los servicios que presta?

Todos os socios de Apader pagan una cuota y tenemos contrato con la Xunta de Galicia para el mantenimiento de plazas. No cubre el 100%, pero permite cubrir una parte con un copago por parte los usuarios. En algunos casos, aportan un porcentaje de la pensión. A partir de ahí, hay subvenciones da Deputación.

¿Afectó la crisis a Apader?

Fue un golpe porque perdemos muchos extras de las obras sociales, de las caixas y de la responsabilidad social corporativa das empresas.